martes, 6 de abril de 2010

La búsqueda del otro/a

Todo se puede encontrar ya en Internet, incluso el amor. Miles de páginas web ofrecen, de forma gratuita o previo pago, el acceso a una relación, una amistad o simplemente un rato divertido. Basta con poner en un buscador la frase “encontrar pareja” y aparecen 5.020.000 resultados en castellano. La amplitud de oferta no es de extrañar. En España, un 20% de la población es soltera y la cifra va in crescendo. La sociedad del siglo xxi no quiere compromisos ni ataduras, una consecuencia de la cultura del individualismo que se ha ido asentando en los últimos años e Internet abre la puerta para conocer personas sin riesgo de que se exijan vínculos.

Los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística (INE) revelan el descenso de enlaces matrimoniales, uno de los máximos exponentes del compromiso. En 2008 hubo 196.613, un 4% menos que en 2007 (cuando fueron 204.772) y si comparamos con cifras de 1990, el número de bodas ha bajado un 10,8%. Y ya son más de siete millones los solteros de España. Sin embargo, sorprende que el 82% de los singles (solteros, separados, viudos o divorciados) buscan una pareja. El 96% no se declarar feliz con su estado civil.

“La soledad es la gran enfermedad de la sociedad pos moderna”, dice Alicia López, socióloga que trabaja en la agencia matrimonial Lazos. “Si miras en Internet, en cualquier chat encuentras personas desesperadas por encontrar a alguien. La gente está sola”, destaca López.

Pero, ¿son fiables los chats para encontrar el amor? María José Carrascosa, la abogada valenciana que cumple una condena de 14 años en Nueva Jersey (EE UU) por un conflicto con la custodia de su hija, conoció a su ex marido, Peter Innes, en un chat. Innes intentó envenenarla cuando estaba embarazada de su hija. Aunque también se encuentran historias bonitas, como la de Laura y Pedro, ella de Madrid y el de Cádiz. Estuvieron chateando dos meses y él viajo a Madrid para verla. Ella acudió al lugar de la cita con dos amigas ante la incertidumbre. Laura y Pedro llevan ya seis años juntos.

Uno se puede encontrar de todo en páginas como Be2, Meetic, Contactos, sms-contactos, Agrégame, etc. Estos portales ofrecen mantener correspondencia o chatear en tiempo real con otras personas.
“¿Estás estresada y quieres darle una alegría al cuerpo de buen rollito y sin ataduras? Entonces soy tu chico”; “Me gustan los deportes de riesgo, sentirme libre… si eres valiente, eres lo que busco, ¿qué me dices?”; “Quisiera encontrar, un hombre, y que fuese el último, el verdadero amor que todos soñamos encontrar, ¡a ver si hay suerte!”. Éstos son algunos de los mensajes que se leen en las páginas de inicio de estos sites, algunos más atrevidos que otros. Hablar con ellos es sencillo, sólo hay que pinchar sobre su perfil o enviar un sms al teléfono que aparece en pantalla por el módico precio de 1,50 euros (iva incluido) por mensaje. La mayoría de las páginas obligan a registrarse. Se apuntan divorciados, madres solteras, chicas y chicos jóvenes, con estudios y sin ellos, siempre mayores de 18.

Las dificultades llegan cuando el buzón se abarrota de correos que sólo se pueden leer si uno es usuario vip, es decir, si se paga. Las tarifas oscilan entre los 30 euros al mes para un registro de tres meses y los 20 euros al mes si permaneces seis meses. Una vez que se da el número de tarjeta se puede ver la foto del ligue, lo que dice en su mensaje y mantener la relación.

Sin embargo, mentir sobre los datos personales es más que sencillo. No se exige DNI ni datos que certifiquen que se es quien se dice ser. Las fichas de inscripción son miméticas: alias (no tiene por qué ser el nombre real, ni siquiera se pregunta el apellido), fecha de nacimiento, país, ciudad de residencia, dirección de correo electrónico (que sólo sirve para que la empresa te dé la bienvenida y te avise de que tienes nuevos mensajes en el perfil), si eres hombre o mujer y si buscas chico o chica. Con esa información es suficiente para encontrar el amor.

Algunas páginas avisan de que sus análisis para emparejar son científicos y “se valen de criterios psicológicos, antropológicos y sociológicos que evalúan la compatibilidad de las personalidades”. Las webs que intentan ser más serias obligan a pasar un test de personalidad donde se preguntan por gustos y actitudes personales, como: “Si tuvieses que decir qué llevabas puesto hace justo una semana: lo recordarías con exactitud/ lo recordarías aproximadamente/ no lo recordarías”. Otras te piden puntuar algunos valores: “¿Eres meticuloso, romántico, ambicioso, dominante, obediente…?”. Después de pasar el test se muestra el resultado; la empresa asegura que sólo se ofertarán personas que encajen con el perfil.

Después toca elegir entre las opciones, y se puede seleccionar que el otro sea licenciado, doctorado, sin estudios, con hijos o sin ellos, hasta el nivel de ingresos que uno desee de la pareja. Resulta curioso que uno pinche sobre la opción doctorados y entre los resultados salgan camioneros o chapistas. Lo que demuestra que algunos usuarios rellenan sus perfiles al libre albedrío y no ofrecen información veraz sobre ellos. Tras la pantalla del ordenador, la tendencia es mentir: edad, altura y salario son los campos donde los hombres engañan; las mujeres se quitan kilos y años de encima. Así lo revela un estudio reciente de Schools Online.

Algunas recomendaciones para evitar sorpresas son eludir quedar con una persona si sólo se ha hablado una vez con ella, no ofrecer datos personales como el número de móvil, realizar los encuentros personales en lugares públicos con gente e informar a una persona de confianza de ese encuentro. Y, como Laura, asistir acompañada de varios amigos.

Aventuras, amistad y sexo es lo que se busca en Internet. Sin embargo, las agencias matrimoniales ofrecen un servicio más especializado y fiable tras el que se encuentran psicólogos, psiquiatras y sociólogos. Sus clientes son empresarios, políticos, peones de la construcción, amas de casa, abogadas... El perfil del usuario de estos supermercados de amor es variado. Abarca desde los 23 a los 80 años y son personas solventes. “No buscan a nadie que los mantenga económicamente ni relaciones esporádicas, sino alguien con quien ser feliz y formar una familia”, explica la socióloga de Lazos. Aunque “nadie te puede garantizar el éxito al 100%”, asegura Eva Sellés Gutiérrez, psicólogas de la agencia Alter Ego.

Las agencias coinciden en que desde que comenzó la crisis tienen más trabajo. “Aquí viene gente a la que cuando llega a casa se le cae el mundo encima. Los problemas se agrandan y no tienen con quién compartirlos. “Esto ha sido un revulsivo para las agencias”, dice López. Entre el 70 y el 80% terminan encontrando aquello por lo que han pagado. El período estimado para iniciar un noviazgo está entre los tres meses y un año con entre 12 y 24 citas.

La agencia Alter Ego detalla que desde 2005 se ha incrementado el número de hombres jóvenes, de entre 23 y 30 años con un nivel sociocultural medio-bajo. Y también se han incrementado las clientas de nivel medio-alto con edad comprendida entre los 45 y 60 años.

Ellos abandonan los estudios y acceden al mundo laboral antes que las jóvenes; normalmente realizan trabajos donde se relacionan casi en exclusiva con hombres. Además, se lo pueden permitir porque su fuente de ingresos es mayor que la de los universitarios -contratar estos servicios cuesta entre los 600 y 1.200 euros en función de la agencia-. “La gente joven se inicia antes en las relaciones. Con 13 años salen hasta las doce de la noche y al llegar a los 25 buscan otras cosas”, según Sellés Gutiérrez éste es otro motivos por el que, cada vez, clientes más jóvenes optan por esta alternativa. “La noche sólo se presta a relaciones esporádicas”, destaca la psicóloga.

Ellas, por su parte, quieren manejar la situación y a ello se prestan más los chicos jóvenes. Otras, más exigentes, requieren una persona de su mismo nivel. Un 80% de las mujeres que van a una agencia tienen como mínimo una diplomatura universitaria, frente al 65% de los hombres. Así, el acceso de la mujer a la universidad, al mercado laboral y la liberación sexual ha supuesto un cambio en las relaciones. En la franja de los 30 a los 65 años las clientas son señoras cultas y con trabajo que sencillamente piden ayuda porque han experimentado una ruptura traumática -“del típico novio de la adolescencia”, comenta López- y, con esa edad se resisten a volver a la noche y llevarse otra decepción.

Las agencias han advertido también el aumento de usuarios de más 60 años recién divorciados. “Ha subido el número de treintañeros que se divorcia, pero por el otro lado ha crecido el porcentaje de personas con más de 60 años. Estos han esperado a que los hijos se hicieran mayores para romper la relación”, explica López. Un 70% de los usuarios de esa edad son divorciados, “antes ese porcentaje eran viudos”, señala López.

Falta de tiempo, dificultades de comunicación, ruptura de una relación anterior, reducción del círculo de amistades y el desagrado hacia los lugares actuales de ocio son los principales motivos para llamar a la puerta de una agencia matrimonial. Algunas ofrecen también actividades de ocio para solteros, terapia de pareja, ayuda psicológica para gente con problemas de carácter que les impiden consolidar una relación. López añade que es destacable el aumento de parejas que demandan terapias familiares: “Divorciarse es muy caro y con la crisis es difícil. Muchos matrimonios nos piden que les enseñemos a convivir en la misma casa para evitar el proceso”.

La agencia Alter Ego precisa que cada mes 50 personas acuden a ellos en busca de un compromiso serio, de esos que están tan out y de los que se huye por inmadurez. “El compromiso conlleva lucha”, explica Sellés Gutiérrez, y pese a que pocos están dispuestos a ello, “en el fondo todos lo quieren”, asegura la experta.

Josep tiene 40 años, es un atractivo empresario, tiene dos hijas y es viudo. Vio que necesitaba otra mujer para él y alguien que le ayudara a criar a sus pequeñas. Se encontraba solo y con una situación que le abrumaba. Volver a salir de noche, de bar en bar, le resultaba complicado. ¿Cómo se liga? ¿Qué dirá la gente? Ante tanta complicación, acudió a una agencia matrimonial. “Fui a Lazos porque quería algo concreto, serio y directo”.

Se trata de practicidad y de evitar pérdidas de tiempo en discotecas o bares donde “nunca sabes con lo que te vas a encontrar”, dice Josep. En las agencias, los psicólogos tienen claro que tratan con personas y que lo que está en juego son sus sentimientos. Por ello, según explica López, antes de entrar en el proceso de citas se les hace un estudio exhaustivo y, si tienen problemas de carácter, se hace terapia para ayudarles a superar sus carencias y encauzar la realidad. Después, se les agrega a esa bolsa de contactos tan deseada. Y es que ya sea por agencia, por chat o por los cauces tradicionales, ponemos nuestras expectativas en el otro. Y pese a que muchos presumen de solteros, al final todos terminan buscando lo mismo.

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